La honradez es un “bien público” que todos debemos preservar. Una moral solidamente fundada, un conjunto de “reglas de juego” bien trazadas, un código que garantice el trato justo y la libre competencia, beneficia a todos y constituye el valor común que nos permite subsistir. Si vivimos dentro de un sistema que descansa sobre fundamentos morales, entonces debemos preocuparnos por la moral en los negocios y tratar de preservarla. La solidez de las normas morales se hace mucho más necesaria cuando se presentan confusiones en los límites que separan lo moral de lo inmoral. La complejidad de la política económica moderna va haciendo más y más difícil señalar esta frontera de la ganancia legítima, donde esta linda ya con las desorbitaciones ilegítimas del peculado, la especulación delictuosa, la extorsión y el abuso.
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